La naturaleza de las emociones

 







Al profundizar en el significado que la naturaleza de las emociones, pareciese ocultarse su verdadera dimensión. Al mismo tiempo que tener la capacidad de modular la actividad del resto de funciones cognitivas. De esta forma, llegarían a tener un papel dominante en la estructuración de los de procesos cognitivos. En el sentido de que la bidireccionalidad entre lo estructural y lo funcional, entre lo orgánico y lo psicológico, les confiere cierta universalidad.

Los mecanismos neurobiológicos que sustentan las reacciones emocionales, determinan apenas una estructuración cerebral compuesta por tres superestructuras o cerebros organizados jerárquicamente (comportamiento integrado).

Aunque esto sucediese a nivel fisiológico y no fuese una realidad psicológica, los mismos cambios viscerales se producen en estados de emoción muy distintos, e incluso en estados no emocionales. Entonces si los cambios viscerales son demasiado lentos para constituir una fuente de sentimientos emocionales, por mucho que queramos exaltar un sentimiento o incluso una intuición, las emociones intensas no logran provocarlas. La emoción resulta de una activación fisiológica inespecífica, pero de una determinación cualitativa.



Estaremos ante la expresión facial de una emoción cuando circunstancialmente intensifiquemos la atención sobre los detalles que trascienden a la mera percepción sensorial. Estaremos sumidos en un estado de embriaguez mental si no confundimos emoción con precognición. Y a estas emociones, a veces esquivas y quizás por ello tan fascinantes, experiencias a las que llamamos emociones (Feldman, 2007), les cabe el honor de inquietarnos hasta el punto, de que la exageración voluntaria de la expresión facial, en lo que deviene de una emoción, aumenta la intensidad del sentimiento vivido (teoría del script de Sylvan S. Tomkins).




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